jueves, mayo 27, 2010


martes, mayo 25, 2010


sábado, mayo 22, 2010

7.52am.

Me he levantado temprano. He prendido la televisión. Mi derpertador aún no ha sonado y estoy viendo "40 year old virgin". Algo anda mal, creo. Hay sangre en el piso.

jueves, mayo 20, 2010


miércoles, mayo 19, 2010

martes, mayo 18, 2010

zybex dice:
30 rock es genial
y tina fey es sexy

domingo, mayo 16, 2010

24 horas de zombies, con George Romero

El llamado padre del cine de terror americano cumplió 40 años dirigiendo películas de zombies, marca registrada que lo ha hecho ganar miles de millones de dólares, lo ha vuelto famoso alrededor del mundo y ha significado también los peores fracasos de su carrera. Exactamente, ¿cuántas películas de zombies tiene Romero y por qué tantas?

Por Pedro Casusol
Pasaré un día entero viendo las seis películas de muertos vivientes que tiene George Romero en su filmografía. El objetivo es descubrir qué significado tiene el cine zombie en realidad. Para tal efecto, he decidido acudir al único lugar en Lima donde se puede encontrar este tipo de material: Polvos Azules, o más exactamente, el pasaje 18, la tienda 17, en el bloque 40 de Polvos Azules. Un stand pequeño con un letrero que reza: “Mondo Trasho”. Una vez ahí, le hago el habla al vendedor, le muestro mi carnet de prensa y le pido un buen descuento por las películas. Le explico mi plan. El tipo acepta, pero no quiere saber nada de mi plan. Al día siguiente, me despierto temprano y empiezo la maratón zombie.

24 horas de zombies
En el cine Romero, los hechos no necesitan explicaciones. Se parte de la premisa de que los muertos han regresado a la vida. Nosotros los llamamos zombies, aunque los de la pantalla los llaman monstruos, podridos, cosas. Tienen la cara desencajada, como si hubieran pasado la noche entera aspirando talco en el baño, y arrastran sus putrefactos cuerpos buscando devorar tu suculenta nalga. El fenómeno, de aparentes dimensiones apocalípticas, no admite justificaciones. No es un virus, ni una plaga, ni un fenómeno natural. Simplemente pasa. No está controlado, el gobierno nunca puede con ellos, y los supervivientes se encuentran a merced de ladrones, milicos y magnates enloquecidos. Casualmente, el mayor problema de los pobres bastardos que logran sobrevivir al triste destino de la civilización no tiene que ver precisamente con los zombies.
George Romero ha sido acusado de realizar una de las más inteligentes críticas sociales que ha conocido el cine norteamericano. Su ópera prima, “Night of the living dead” (1968), fue interpretada como una metáfora del racismo en los Estados Unidos y como una sátira de la turbulencia social por la que atravesaba una sociedad divida por la Guerra de Vietnam. La cosa es así: un pequeño grupo de supervivientes tiene que lidiar con el conflicto de poderes que se instala en la casa donde se refugian. Uno de ellos es un negro muy listo llamado Ben, mientras que su antípoda es el típico sureño americano, un sujeto que muy bien podría haber votado por Richard Nixon: cobarde, inútil y racista. Al final de la película, Ben, que se ha escondido en el sótano de la casa, sale a recibir a sus salvadores, un grupo de gringos pueblerinos sacados de la RNA, quienes le disparan directo en la cabeza. Lección uno: consíguete un negro.

Los zombies van de compras
El Apocalipsis zombie es también una crítica a la vida moderna. La segunda película de la saga de Romero, “Dawn of the dead”, estrenada diez años después de su antecesora, aborda frontalmente el tema del materialismo en la sociedad. En ella, cuatro sobrevivientes llegan en un helicóptero a un centro comercial infestado de zombies y descubren que los muertos se la pasan en un simulacro de sus propias vidas, haciendo las cosas que solían hacer cuando estaban vivos, incluso ir de shoping.
Una vez que los protagonistas sellan las puertas y se deshacen de los muertos, empieza su frenesí consumista. Muy pronto, el lugar donde ellos se sentían seguros y donde tenían a la mano todo el confort perdido de la civilización se convierte en su cárcel dorada. Con este contenido, poco importa que los zombies parezcan niños pobres maquillados por Michelle Alexander o que la sangre sea en realidad kétchup aguado. Esta entrega, considerada una película de culto, no sólo continúa la saga zombie de Romero, sino que tiene el mérito de haber creado el subgénero splatter, también conocido como gore. No confundir con el remake “Dawn of the dead” (2004), mamotreto con el que Romero no tuvo nada que ver.

Todos tus muertos
Lección dos: Los zombies no comen solo cerebros, están hambrientos de carne humana en general. Se les ha visto devorar animales y este es casualmente el debate de la última película que tiene Romero en su haber, la celebérrima “Survival of the dead” (2010). Los zombies–come–cerebros encuentran su génesis en otra extendida franquicia, “Return of the living dead” (1985), que comienza como una parodia del cine zombie y continúa como una saga independiente a lo largo de la infinidad de secuelas que posee. En esta historia, los zombies son producto de un experimento que el gobierno norteamericano intenta esconder. A diferencia de los de Romero, los muertos de “Return…” continúan hambrientos por mucho que les rompas el cráneo o los cortes en pedacitos. El gran mérito de esta película, sin embargo, es el baile desnudo que hace la scream queen ochentera más guapa que hemos conocido: Linnea Quigley, después de fantasear que es rodeada y comida viva por un enjambre de muertos vivientes. Y vaya que se le cumplió el deseo.

Sus peores trabajos
Lección tres: no te fíes de los medios. El gobierno siempre intentará mentirte y utilizará a la prensa para afirmar que todo está bajo control. En “Diary of the dead” (2008), filme con el que Romero pretende comenzar una nueva saga zombie a principios del siglo XXI, el papel de los medios de comunicación es sumamente claro. Por eso los protagonistas de la película intentan hacer un documental sobre el Apocalipsis, con la finalidad de colgarlo en la web y aportar así su granito de arena. Los soportes multimedia cobran entonces una importancia inusitada y la infinidad de cámaras digitales, junto con el Internet, adquieren un papel determinante en mantener informada a la población. La película, que juega con la cámara subjetiva y el falso documental, cuestiona los niveles de realidad en la era del vídeo–hombre: si algo sucede pero no se filma, ¿sucedió en realidad?
Las películas de Romero, sin embargo, han perdido la simpleza de sus primeras obras y los zombies, aunque mejorados por los efectos especiales, han perdido el brillo de sus años anteriores. En “Land of the dead” (2005), película que pretende cerrar la primera saga de Romero, los muertos ya no dan miedo y parecen organizarse como una suerte de sindicato zombie, muy parecido al SUTEP o a Construcción Civil. Si bien el filme se presta como una metáfora de la desigualdad de las clases sociales en el mundo, la magia se ha perdido por completo. El maestro había pasado 20 años sin dirigir una sola película de zombies y probablemente hubiera sido mejor que continuara así, ya que en los años posteriores ha logrado alcanzar el punto más bajo de su carrera. Lección cuatro: no te repitas.

El fin según George
Lección cinco: no subestimes al maestro. Está bien, Romero tiene películas terriblemente malas, como las estrenadas en los últimos cinco años, pero nada le puede quitar lo filmado. El concepto de plaga zombie fue inventado por él y esto trajo consigo un nuevo cine de terror sin concesiones. Para el estudioso del cine, Kim Paffenroth, los zombies de Romero son los monstruos apocalípticos por antonomasia, ya que “representan la señal del fin del mundo tal como la conocemos”. El subgénero inventado por George nos permite enfrentarnos a nuestra propia ansiedad con respecto al fin de los tiempos, demostrando cuán frágil sería nuestra civilización ante una amenaza sin precedentes. De hecho, el Apocalipsis de Romero ha cobrado tanta fuerza en el imaginario colectivo que muchos ya se preparan para el advenimiento de los zombies, creando armas específicas para luchar contra ellos y vendiendo afiches con instrucciones precisas para sobrevivir cuando los muertos empiecen a decir “argh, argh…”. Y esto, of course, no lo logra cualquier director de pacotilla.